martes, 30 de octubre de 2012

a 10 minutos a pie de Handelskai

Hace poco más de un mes que Laura puso un post en el grupo de la evaluación final de mollina, en el que buscaban participantes para un workshop sobre la migración de las personas en Vienna. Después de leerlo, me di cuenta de que podía ser interesante y aunque estaba aparentemente fuera de plazo, le mande un email a una tal Katrin con la esperanza de que me seleccionaran. Al hacerlo me entraron las dudas, pq no sabia si me cuadraría con mi viaje a Moaña, pero en cuanto supe las fechas todo encajaba perfectamente. Justo una semana después de llegar de Galicia, la niebla cubría el paisaje de Lochen y alrededores, era el domingo día 21. Tenía que coger el tren aquí cerca y luego cambiar de tren en Salzburg. Después de más de una hora de retraso, subido ya en el tren, estaba expectante a lo que ocurriría esa semana. El camino hasta el hostel fue fácil, una vez allí la bienvenida de Grenzelos me dio muy buen rollo. Tenían pinta de ser unos cracks y no defraudaron. La primera impresión del grupo fue un poco extraña. Realmente no estaba seguro de que fuese a funcionar muy bien. Demasiada gente de niveles generacionales distintos. Pero las palabras de Katrin fueron un bálsamo. Aun quedaban 4 o 5 por llegar. Tropecé con algunos de ellos en el ascensor, la situación fue cómica, pero me dio tiempo a echarles un vistazo rápido y a darme cuenta de que acababan de llegar los que sin saberlo, estaba esperando. Al día siguiente con una nueva ronda de presentaciones y sin haber salido por la noche, pese a haberlo intentado, nos conocimos todos por fin. Y ahí empecé a darme cuenta de que la cosa podía tener mucha miga. Siempre tengo una fácil primera impresión para catar a la gente que después la borda en los escenarios de pubs y bares. Y la primera impresión desde luego no defraudo. Las dinámicas durante el día fueron de darnos a conocer, de empezar a conocernos y de empezar a fijarme en alguien especial. Esa chica que siempre llegaba tarde. Pequeñita, morena, con una sonrisa radiante y unos ojos sinceros. La primera noche, con la cena intercultural y la posterior salida nocturna dijo mucho del grupo, de cómo iba a funcionar, de quienes iban a ser los interesantes y de cuales te ibas a llevar dentro por mucho tiempo. Una rápida conexión con Jamal (un chico de Afganistán hecho a si mismo después de una larga, peligrosa y dura vida),con Sasha (un chavalín ucraniano afincado en Alemania), con David (parte del staff de Grenzenlos), con Alise (espontanea, alegre, divertida letona), Birgit (Grenzenlos boss), con katrin (la reina del reino) y sara (ahorita desde Honduras)., los últimos de los bares, los últimos de las fiestas, los que iban a estar siempre al pie del cañón cuando la ocasión lo mereciera. Los días pasaban y yo salía de noche día si, día también. Y al día siguiente al pie del cañon. Creo que fui el único que salió absolutamente todos los días. Pero que cojones, estaba allí para disfrutar de la experiencia al máximo y darlo todo al máximo. Las sabias palabras que un dia me dijo un amigo “ti, sae sempre, ainda que estes reventado ou non teñas ganas, non perdas ningunha oportunidade”. Asique Salí todos los días, con sasha, con katrin, Alise, Vespa (my lovely&crazy black girl) y David. Pero ahí me faltaba algo, Sabia que esa chica que siempre llegaba tarde estaba por la ciudad, tenía su número de teléfono y pese a que sabia que la opción de llegar a ella estaba muy lejana, tenía que mandarle el mensaje y esperar impaciente a que al menos decidiese venirse y unirse a nosotros. Lo hizo y lo pasamos genial, llego mas tarde y se marcho antes, pero veía algo en sus ojos que me gustaba. Todos los días las emociones brotaban por doquier, cada uno contaba su experiencia de vida, deportaciones, pasos por la cárcel, secuestros, pasados duros, lagrimas de tristeza, pero también alegrías, risas, encuentros, paseos por la ciudad, confesiones, fotos y mas fotos, cenas todos juntos… Y llego el viernes y aquello que me había dicho ese buen amigo, salió a la palestra de nuevo, eso fue lo que me hizo levantarme después de que esa chica que siempre llegaba tarde me despertara y me dijera que se iban a dar una vuelta hasta el parque de Belvedere. Me dije a mi mismo, no puedo perder esta oportunidad de estar con ella por tener sueño, por estar cansado o por tener miedo. Asique acto seguido me levante, llame a la puerta de Vespa que de total casualidad se estaba preparando para ir con ella y con Roberta a dar un paseo hasta el parque y después a tomarse una birra de tranqui y para casa. El plan me parecía el bueno, salía, pasaba tiempo con ella y luego volvía al hostel con tiempo para descansar. Nada más lejos de la realidad, una vez fuera llame a David. Ellos iban a una fiesta asique nosotros nos pasaríamos por allí después. EL paseo, la birra en el bar de los libros (ya famoso gracias a mí y a Sasha, que lo encontramos en nuestra salida nocturna del martes) y la posterior fiesta en el garito que David me había invitado fueron espectaculares. Ahí surgió algo, o quizás ahí es donde realmente nos dimos cuenta de lo que estaba pasando de verdad. Susanna, ese es su nombre, ella es la pequeñita, de sonrisa radiante, ojos sinceros y que aunque siempre llega tarde, esta vez no lo hizo, se merece una entrada para ella sola de este blog, pero eso me lo guardo para mí. Después de ver el Danubio ya todo el mundo paso de intuir cosas a verlas claramente. Todo el sábado por la mañana, estuve preguntándome que estaría haciendo, a donde iría y bla bla bla… Pero volvió en el momento justo, en el momento de hacer balance, donde las emociones volvieron al grupo, cada uno expresó sus sentimientos hacia los otros, donde cada uno con el corazón en la mano y a través de sus ojos y sus gestos expreso lo que realmente sentía. Es difícil de describir con palabras. Nos conocemos todos de un semana pero lo que hemos compartido ha ido mas allá del tiempo que pasamos juntos. Es muy duro después de una experiencia así decir adiós. En mi vida he dicho tantas veces adiós, he conocido a tanta gente que se ha quedado en el camino de mi vida, que he aprendido a llorar hacia adentro. Y a mantener la cabeza fría en esos momentos tan jodidos. Sé que a más de las tres cuartas partes del grupo no los volveré a ver nunca más, pero también sé que a ese alguien especial la voy a disfrutar durante mucho tiempo.